Ilusiones
"Today
I kill John Lennon.” Ese fue el pensamiento
inicial de aquella mañana gris en Manhattan cuando al cruzar la 42 en su
intersección con la novena Gregorio Marcelo Perdomo percibió de un extraño ser que,
ensimismado en su mundo, le negó los buenos días. Él no sabía nada de inglés,
pero de algún lugar de su alma percibía cosas que iban más allá de su
razonamiento humilde. Tan sentimental y cálido recién llegado de su amada tierra
a la ciudad de los rascacielos, no comprendía la frialdad de tanta gente en
aquella ciudad de espíritus gélidos. No obstante, aquel ser, que le atravesó a
paso ligero el camino era más que frío, más bien, una sombra encarnada que iba
a su destino determinado con aquello de matar al antiguo integrante de Los Beatles.
Gregorio por su parte estaba destinado a encontrarse con Maria Rodríguez en el
bar que le tocaba limpiar como conserje recién contratado.
—Buenos días. — Le dijo al de seguridad, mientras en sigilo aquel le
abría el local aún inundado de aromas de bohemia y fanfarria.
—Esto es lo que me toca. Limpiar los residuos de la alegría y pensó que
con aquella frase podría comenzar a escribir un poema. El poema, sin embargo,
lo vio pasar por la acera a contraluz mañanera entre grises y luces tenues
salpicadas de rojos que de alguna parte destellaban. Era ella, una chica de
falda bajo la rodilla y melena negra con rostro del Caribe, palidecido por su
presencia ya prolongada en el norte. Quizás los destellos carmesíes provenían
de sus labios, quizás fue su imaginación, pero quiso ir tras de ella. Salir de
aquel salón con olores a gozadera ajena e ir tras la propia.
María Rodríguez se dirigía a paso doble a su trabajo de maestra a
domicilio de clases de pianos. Había decidido caminar aquel día y recorrer
cuadras para llegar a su destino en lugar de tomar el metro. Algo alborotaba su
espíritu para aquellos días. Quería deshacerse de una energía que la
obsesionaba, que le quitaba la paz, la perseguía con ansias de aventuras contra
las cuales luchaba mientras más en ella acrecían. Al pasar por la acera que daba frente a la taberna/restaurant Three
Brothers, dejó una estela como de mariposas colorinas que hicieron estallar
en el vientre de Gregorio las ansias infinitas de conocerla. Pronto antes de
que se esfumara el rastro que dejaba María, se sintió impertinentemente
interrumpido por el dueño de local que salía de la trastienda, trasnochado a
dar órdenes. —Don’t forget to clean that shit. — Le dijo a Gregorio
mientras le señalaba el centro de una tarima donde al parecer se habían
vomitado.
Fulgencio Buenaventura de inmediato encendió un cigarrillo y esmorusado
caminó hacia la salida para llegar a la acera que recién había caminado María.
Gregorio tristemente vio cómo pisaba su jefe inconsciente los residuos
brillantinos del paso de quien para él recién había sido una mágica aparición.
—Comemierda— Pensó así de su patrón y sintió con dolor que aquel instante,
aquel pedazo de vía peatonal estaba siendo profanado por el fumador que a
contraluz entonces parecía un ser surgido de las sombras lúgubres que dibujaban
las luces mañaneras a través de las vitrinas.
Las sirenas y el ruido habitual de toda la ciudad de pronto se hicieron
sentir. Vuelto a la realidad continuó labores no sin dejar de pensar en aquel
espectro mágico de belleza inusual que para él implicó el tránsito de María
Rodríguez. ¿Cómo daría con ella? ¿La volvería a ver? ¿Tomaría ella la
misma ruta de regreso? ¿Cómo se presentaría él? Tenía que idearse un plan
que no tardó en cuajarse en su mente.
A las dos de la tarde un hombre camina de lado a lado.
Recorre la acera y espera mirando constantemente el reloj en la muñeca. Viste
de chaqueta y corbata, pantalones en juego al gabán y zapatos marrón bien
lustrados. Parece un ejecutivo de banco, quizás un oficial de préstamos. Se ha
detenido frente al Credit Union y sonríe como ensayando a todos los que
transcurren por la vía. Desde adentro el guardia de seguridad le observa con sospecha.
El hombre mira a la distancia y la ve venir, es ella. La acompaña el mismo
destello que en la mañana, es su ángel, es su luz que la hace brillar para él
que se ha disfrazado de gerente de banco y la espera para hacerle el cuento de
su vida.
Como a las 10:50 matan a John Lennon, aquel misterioso
personaje que se le cruzó a Gregorio la misma mañana que este supo de la
existencia de María Rodríguez, el mismo día que la conoció y bajo engaño la
invitó a salir con él que disfrazado de lo que no era, le vendió sueños que
mató ilusiones propias y las de ella por toda una vida entera.
augustopoderes copyrigth 8-11 diciembre 2023.
https://youtu.be/IZBsTeGwSyE?si=mlL9PlQz4sg-Z_D2
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