Hacer el Bien Que la Vida lo Agradece
Ninguna vida puede ser inútil o desperdiciada. Todos
hemos venido a aprender. El aprendizaje es duro y doloroso, nadie que quiera
aprender de verdad puede escapar a ello. Se nos conceden momentos muy gratos de
inmensa felicidad. La vida completa es aprendizaje sobre uno mismo que nos
permitirá ayudar a otros. La disposición de cada cual para aprender con el
propósito ulterior y altruista de ayudar a otros hará la diferencia en el
destino de la Humanidad.
Si cada ser humano dentro de su particularísima
circunstancia de vida reconoce que ha venido a la vida como discípulo de esta
para aprender y poner dicho aprendizaje al servicio de los demás, la Humanidad
dará por fin el salto cualitativo y cuantitativo necesario para perfeccionar nuestra
evolución, elevándonos en este mismo plano. Definitivamente superaríamos la
violencia entre unos y otros porque en lugar de competir por lo que está dado
para todos nos pondríamos a cooperar por asegurarnos que nadie quede
desprovisto o despojado. Esta reflexión viene a partir de un cuestionamiento
interno sobre la gratitud o la ingratitud por las cosas que hacemos por los
demás. La gratitud y la ganancia son siempre lo que logramos al poner en mejor
posición a aquellos que necesitaron de nuestra mano y en consecuencia creamos
una cadena a partir de ellos de mejoramiento y evolución. La vida que es
nuestra escuela y maestra lo agradecerá a su manera aunque para nosotros será
difícil de comprender hasta que no podamos ver desde una perspectiva de mayor amplitud.
No hay bien que se haya hecho que se pueda considerar
un desperdicio, pues cada acción u omisión intencionada para propiciar un bien aunque
caiga en la inconsciencia de quien lo recibe como la semilla que aparentemente
ha muerto en el suelo, germinará a la luz de una nueva conciencia que
independientemente que presenciemos o no, rendirá frutos, incluso en la
conciencia de aquellos que no apreciaron o dejaron caer el regalo a ellos
brindado. En tal medida el bien hecho a otros es un bien hecho a la humanidad
entera y por consiguiente a la vida misma. Nada se desperdicia porque somos
Uno.
No hay bien hecho que la vida tarde o temprano no agradezcaa.
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