jueves, 23 de agosto de 2012

La Vida Lo Agradece

Hacer el Bien Que la Vida lo Agradece
Ninguna vida puede ser inútil o desperdiciada. Todos hemos venido a aprender. El aprendizaje es duro y doloroso, nadie que quiera aprender de verdad puede escapar a ello. Se nos conceden momentos muy gratos de inmensa felicidad. La vida completa es aprendizaje sobre uno mismo que nos permitirá ayudar a otros. La disposición de cada cual para aprender con el propósito ulterior y altruista de ayudar a otros hará la diferencia en el destino de la Humanidad.

Si cada ser humano dentro de su particularísima circunstancia de vida reconoce que ha venido a la vida como discípulo de esta para aprender y poner dicho aprendizaje al servicio de los demás, la Humanidad dará por fin el salto cualitativo y cuantitativo  necesario para perfeccionar nuestra evolución, elevándonos en este mismo plano. Definitivamente superaríamos la violencia entre unos y otros porque en lugar de competir por lo que está dado para todos nos pondríamos a cooperar por asegurarnos que nadie quede desprovisto o despojado. Esta reflexión viene a partir de un cuestionamiento interno sobre la gratitud o la ingratitud por las cosas que hacemos por los demás. La gratitud y la ganancia son siempre lo que logramos al poner en mejor posición a aquellos que necesitaron de nuestra mano y en consecuencia creamos una cadena a partir de ellos de mejoramiento y evolución. La vida que es nuestra escuela y maestra lo agradecerá a su manera aunque para nosotros será difícil de comprender hasta que no podamos ver desde una perspectiva de mayor amplitud.

No hay bien que se haya hecho que se pueda considerar un desperdicio, pues cada acción u omisión intencionada para propiciar un bien aunque caiga en la inconsciencia de quien lo recibe como la semilla que aparentemente ha muerto en el suelo, germinará a la luz de una nueva conciencia que independientemente que presenciemos o no, rendirá frutos, incluso en la conciencia de aquellos que no apreciaron o dejaron caer el regalo a ellos brindado. En tal medida el bien hecho a otros es un bien hecho a la humanidad entera y por consiguiente a la vida misma. Nada se desperdicia porque somos Uno.
No hay bien hecho que la vida tarde o temprano no agradezcaa.

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