De madrugada llegaron
Unos magos o unos reyes
Tres eran, con sus presentes
Y al niño Dios adoraron.
De sus ánforas sacaron
Cada uno un gran tesoro
Mirra, incienso y también oro
Como símbolos de vida.
La virgen agradecida
Con ángeles dijo a coro:
Les estoy agradecida
Por los regalos al niño
Les deseo con gran cariño
Sean sus almas bendecidas.
Y aunque estoy agradecida
Y José con su trastorno
Confundido, lo perdono
Dije mirra y sólo mira.
¡No es que mires, es que es Mirra!
Le dije con muy buen tono.
Los reyes en alborozo
Se rieron de aquel chiste
Más callaron al convite
De la virgen al decoro.
Menudo era el alboroto
Entre reyes y pastores
Y anticipando dolores
Guardaba María la Mirra.
Pues El Niño estaba en mira
Del destino y sus pasiones.
El oro será el sustento
De la vida material;
El incienso espiritual
Para el alma y su aposento.
Pero Mirra no comprendo
Por qué la han de regalar
Decía María al indagar
De aquel terrible portento.
Si la Mirra es un ungüento
Para un cuerpo embalsamar.
Apretando dentaduras
Todos miraron a un rey
Cuestionaron en qué ley
Fue ordenada de la altura.
Baltasar con gran premura
Unos rollos les leyó
Y muy bien les recordó
Que la historia estaba escrita.
Que el destino es cosa estricta
Pues habrá crucifixión.
Todos traemos la Mirra
Del amargo y del dolor
Es símbolo y es amor
De saber vivir la vida.
Y por eso se precisa
Recordar de la pasión
Ofrenda que es de dolor
Para pulir toda el alma.
No brilla nunca una flama
Si no se quema al amor.
La virgen con gran dolor
Despedía así a los Reyes.
“De arriba vienen las leyes
Y así las asumo yo.”
Entonces allí cantó
Un gallo la madrugada
Presagio del que cantara
A un Pedro su negación.
La existencia es una canción
Que hoy a los Reyes proclama.
augustopoderes copyright ©
06/01/21
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